Los gimnasios están de moda. Ya sean los de barrio -más tradicionales y centrados en los aparatos de ejercicio básicos- o los de las grandes cadenas -con lo último en tecnología y un gran despliegue de recursos para potenciar la progresión-, han conseguido hacerse con un espacio cada vez mayor en nuestro día a día. El frenético ritmo de vida que llevamos, con rutinas que giran en torno al trabajo y el ocio pasivo, nos empujan a buscar alguna vía de escape para conseguir mantenernos en forma. Después de habernos pasado horas y horas sentados en nuestro escritorio o de pie atendiendo a los clientes, nuestro cuerpo reclama a gritos un poco de atención. Caminar, salir a correr o practicar algún deporte en calidad de amateur son una solución excelente. Pero si quieres ir un paso más allá y aprovechar el tiempo invertido en cuidar tu salud física para mejorar también tu apariencia, el fitball puede ser tu nuevo aliado. Veamos en qué consiste.
Fitball: cuando el gimnasio nos cansa
Con constancia y un buen asesoramiento, los progresos en el gimnasio pueden comenzar a notarse en cuestión de semanas. Una buena alimentación adaptada a nuestro ritmo de trabajo y la ayuda de los suplementos adecuados harán que nuestro cuerpo comience a verse mejor a medio plazo. Sin embargo, una de las mayores preocupaciones cuando llevamos ya tiempo ejercitándonos en el gym es que nuestra progresión se estanque. Es muy frecuente que después de que los resultados empiecen a llegar, notemos que nuestros músculos dejan de evolucionar a la velocidad deseada. El fantasma de la pérdida de rendimiento suele preocuparnos. La rutina y la monotonía en la forma de ejercitarnos están normalmente en la raíz de este problema, por lo que es muy importante ir explorando diversas alternativas que mantengan nuestro interés y nos den una dosis extra de motivación. El fitball es un innovador método, muy útil a la hora de variar nuestras series de ejercicios e ir un paso más allá en nuestra actividad en el gimnasio.
Las claves del fitball
A pesar de que su nombre pueda desorientarnos, el fitball no es ni más ni menos que el entrenamiento usando una pelota. Pero no una cualquiera. Esta disciplina emplea pelotas de fitness, caracterizadas por una mayor inestabilidad debido a su gran tamaño. Para compensarla y controlar los movimientos, nos vemos obligados a activar toda una serie extra de músculos. Por eso, el fitball nos permite trabajar no solo la musculatura más superficial, sino también la profunda. Al aumentar también la intensidad de los ejercicios, estaremos mejorando nuestra fuerza. Nos vemos forzados a cuidar nuestra postura, pues solo así conseguiremos controlar la pelota sobre la que trabajamos y aumentar la calidad de nuestras rutinas de fitness. Si tu objetivo es conseguir unos abdominales que hagan historia, sigue los siguientes pasos:
- Planchas: apoya los codos en el balón y, con los pies en el suelo, mantén el cuerpo en el aire. Evita que tu cadera oscile por encima o por debajo de la línea que marca tu espalda. Haz 3 series de 30 segundos como máximo y recuperaciones cortas.
- Rodillas al pecho: en posición horizontal, con los pies en el balón, dobla las rodillas y empújalas hacia el pecho manteniendo la espalda recta. Expira mientras lo haces. Haz 3 series de un máximo de 15 repeticiones y con recuperaciones cortas.
- Moutain climbers: sujeta el balón con las manos y mantén los pies en el suelo. Lleva las rodillas en movimientos alternos hacia el pecho sin arquear la espalda. Haz 3 series de unos 30 segundos, intercalando recuperaciones cortas.
Trabaja siempre con un monitor que pueda ir guiándote y te sorprenderás con los beneficios del fitball.
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