Cuando hablamos de planes para adelgazar, tenemos tendencia a pensar automáticamente en chicas preocupadas de forma casi crónica por su peso. Much@s son los que consideran que las mujeres son las únicas que están pendientes de sus cuerpos, cuidando su línea y su apariencia física. Sin embargo, la realidad nos demuestra que los hombres son igual de coquetos. Lo último que triunfa entre ellos es la dieta paleo. Y sí, has leído bien, recuperamos la alimentación de nuestros antepasados de las cavernas. Descubramos los secretos de la última dieta para adelgazar… o para mantenerse. Frente al éxito cosechado por Dukan o Atkins, llega ahora un sistema nutricional basado en las costumbres de los hombres -y mujeres- primitivos.
Los secretos de la dieta paleo
Los defensores de este plan nutricional han llegado a la conclusión de que frente al bombardeo de comida procesada y complejas elaboraciones de la actualidad la mejor alternativa es ni más ni menos que volver a una dieta hecha de elementos primarios. Veamos cuáles son sus claves:
1.- Si los estudios científicos han concluido que nuestros ancestros no comían ni granos ni carbohidratos porque consideraban que eran tóxicos para su organismo, ¿por qué deberíamos hacerlo los humanos modernos? Por eso los seguidores del método paleo han decidido eliminar de su alimentación desde el trigo al azúcar, pasando por los lácteos, la pasta o el arroz.
2.- Frente a la supresión de los carbohidratos, la consigna es apostar por los productos con un alto contenido proteico. Se sugiere optar por frutos secos como las almendras o las nueces crudas. Pero eso no es todo, pues se calcula que en torno al 50% de la ingesta de comida ha de estar basada en la proteína. Para llegar a ese límite, es necesario recurrir a las claras de huevo, el pollo o el pescado. Hay que recordar que, si bien nuestros ancestros habrían recurrido a carne proveniente de la caza, la que se comercializa en la actualidad no es tan baja en grasa, por lo que no resulta tan aconsejable.
3.- Las verduras crudas son esenciales. Proporcionan vitaminas, minerales y fibras. Un buen aficionado al paleo optará sin duda por los tubérculos, dando especial importancia a las zanahorias, los nabos o los rábanos, por ejemplo.
4.- El veto a los carbohidratos no deja de tener excepciones en la dieta paleo. Una dosis mínima de este elemento nutricional esencial se obtiene de las frutas. Han de ingerirse a diario, compensando también así la ausencia de azúcar en las comidas.
5.- Las bayas silvestres son un alimento de culto. Como buenos herederos de los hombres de las cavernas, los chicos paleo buscan los dones de la naturaleza en estado puro. La recolección de bayas supone un complemento perfecto para la dieta, pues estos productos contienen fibras y vitaminas. Por eso resultan saciantes y nutritivos a partes iguales.
¿Te has pasado ya a la vida paleolítica?
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