La masturbación es una práctica rodeada de clichés y estigmas. En la mentalidad tradicional está asociada con una versión oscura de la sexualidad, hecha de placeres furtivos. Por eso, se ha condenado repetidamente la búsqueda solitaria del disfrute. Para sostener dichos argumentos se ha tejido toda una maraña de teorías en torno a las consecuencias negativas de la masturbación. El objetivo de las mismas es reforzar la creencia de que el sexo debe tener una función esencialmente reproductiva, por lo que ha de materializarse en el coito y no en la exploración de la sensualidad en primera persona. Muchos son, pues, los estereotipos que todavía a día de hoy siguen funcionando en torno a este tema. Tracemos de una vez por todas la frontera entre el mito y la realidad de la masturbación masculina.
Si te masturbas…
te convertirás en un pervertido, demostrarás que estás obsesionado con el sexo y sufrirás consecuencias físicas y psicológicas visibles y notables. Esta retahíla de amenazas formaba parte -y, por desgracia, todavía sigue haciéndolo- de los esquemas mentales de muchos. La moral religiosa ha jugado un papel crucial a la hora de inculcarnos dichas ideas. ¡Cuántas veces habremos escuchado que la masturbación era la causante del acné en los adolescentes! ¡Cuántas veces nos habremos atormentado con la posibilidad de quedarnos ciegos si nos aventurábamos a tocarnos! El estado de la piel, los problemas de crecimiento y hasta los defectos en la visión han sido erróneamente ligados a la práctica onanista.
La cara negativa de la masturbación
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y la masturbación también tiene un lado malo. A pesar de que se trate de un medio ideal para conocer el propio cuerpo y la genitalidad, la forma en que se practique puede tener un notable impacto en el comportamiento sexual posterior. Aprender a estimularse, entender los resortes del placer de cada uno y ser capaz de excitarse a solas redunda normalmente en una mayor calidad de las relaciones íntimas en pareja. Sin embargo, la masturbación mal entendida puede llegar a desencadenar disfunciones sexuales. La eyaculación precoz es la más importante de ellas. Y es que cuando los adolescentes comienzan a masturbarse tienden a verlo como algo clandestino, negativo y hasta sucio. De ahí el miedo a que los cojan con las manos en la masa. Para evitarlo, nada mejor que aumentar el ritmo de las estimulación, frotando el pene con movimientos rápidos para conseguir llegar al orgasmo y la eyaculación lo más pronto posible. El componente placentero se reduce a la llegada del clímax. El proceso se convierte en algo secundario. Dichos hábitos de masturbación van grabándose en los patrones de conducta sexual masculinos, traduciéndose en el futuro en una visión distorsionada del coito. La eyaculación precoz es la principal consecuencia de ello. La imposibilidad de controlar la propia excitación hace que se alcance el orgasmo con tan solo un contacto preliminar. Para evitarlo, nada mejor que masturbarse con todas las de la ley.
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